Kim Utzon comenzó su pequeña práctica arquitectónica, Kim Utzon Arkitekter, en Copenhague en 1987, eligiendo trabajar principalmente en Dinamarca y en el vecino Suecia, para mantener lazos estrechos con su familia y poder reflejar de manera efectiva las tradiciones regionales de construcción. Kim es el hijo menor del arquitecto Jørn Utzon (1918-2008), ganador del Premio Pritzker, cuyas obras más celebradas incluyen la Ópera de Sídney (1973), la Iglesia de Bagsværd cerca de Copenhague (1976) y el Edificio de la Asamblea Nacional de Kuwait (1982). El hermano de Kim, Jan Utzon, es un arquitecto en ejercicio y su hermana Lin Utzon es una artista cerámica.
Kim tenía seis años cuando su familia se estableció en Australia, donde la oficina de su padre se volvió cada vez más activa en la supervisión de la construcción de la Ópera de Sídney, por la cual ganó un importante concurso internacional en 1957, el año en que nació Kim. El proyecto, que estaba en construcción desde 1959, resultó ser bastante desafiante y se convirtió en un objetivo político cuando el gobierno de Nueva Gales del Sur llegó al poder en 1965, mostrando poca simpatía hacia el proyecto. En 1966, Utzon se vio obligado a renunciar, dejando el país con su familia. Kim tenía nueve años en ese momento y, al igual que su padre, nunca regresó a Australia.
El hijo de Utzon estudió arquitectura en la Real Academia Danesa de Bellas Artes de 1976 a 1981. Antes de comenzar su propia firma, formó parte de Utzon Architects. Sus distintivas obras construidas incluyen el Centro Cultural Henry Dunker en Helsingborg, Suecia (2002); Dunkers Kulturhus (2002) y Harbor House II (2010), ambos en el puerto de Copenhague. Colaboró con su padre en el Centro Utzon en Aalborg, Dinamarca, la ciudad donde el padre de Jørn Utzon, un ingeniero naval, creció. El edificio se completó en 2008, el año en que falleció el famoso arquitecto. Hablamos sobre crecer en la casa de su padre y construir una para su propia familia, la lección clave que aprendió de su padre, animar sus edificios con luz solar, evitar cosas superfluas y no esenciales, la importancia de la repetición de elementos simples, analizar los sistemas que existen en la naturaleza y cuestionar todo tipo de cosas para seguir descubriendo nuevas respuestas.
Vladimir Belogolovsky: ¿Cómo fue crecer en la casa que tu padre construyó?
KU: La casa original se construyó en 1952. Fue la primera casa que construyó mi padre. Era un volumen muy pequeño y de planta abierta construido con ladrillo a la vista. Originalmente, había tres dormitorios y una sala de estar abierta con una chimenea central y una cocina abierta de espaldas. Se agregó una ala más grande en 1962. La casa se construyó en medio de un bosque en la pequeña ciudad de Hellebæk, el suburbio norte de Copenhague y cerca del castillo de Kronborg, en Elsinore, donde el príncipe Hamlet gobernó Dinamarca. Fue la primera casa modernista construida en Dinamarca tras la II Guerra Mundial. Es muy estricta y danesa en cuanto al uso del espacio y el ladrillo. También se basa en modelos como la casa japonesa y proyectos de Frank Lloyd Wright.
En nuestra familia hay una larga tradición: si tienes un interés particular, debes intentar desarrollarlo. Durante mi infancia, probé la vela, los deportes y, por supuesto, el arte y la arquitectura. De niños nos empujaban a dibujar y hacer cosas. Por ejemplo, no podíamos comprar regalos a nuestros padres. Teníamos que hacer algo.
VB: ¿Podría hablarnos de la colaboración profesional con su padre?
KU: Bueno, al principio quise salir de la sombra de mi padre e intenté ser independiente trabajando para otros arquitectos, pero afortunadamente mi padre y mi hermano me pidieron que trabajara con ellos en un proyecto de exposición de muebles. Estaban trabajando en la construcción de un gran muelle y estaban muy ocupados. Así que durante un verano trabajamos juntos con mi padre. Fue una gran colaboración, no como padre e hijo, sino más bien como un arquitecto mayor con experiencia y un arquitecto más joven. Por aquel entonces mi padre tenía 65 años y en invierno mis padres vivían en Mallorca, España. Así que nos escribíamos por carta porque él no tenía fax. Fue una buena experiencia porque si mi padre hubiera estado sentado a mi lado, me habría quitado el lápiz de la mano y me habría dicho: "Hagamos esto". Pero como estábamos lejos, me dio tiempo a pensar mis propias soluciones antes de que él pudiera responder por correo. Y muchas de las opciones las tuve que tomar yo solo porque algunas decisiones debían tomarse con urgencia. Mientras seguía trabajando en este proyecto empecé mi propia consulta. Mi primer proyecto fue la casa para mi familia.
VB: Construir su propia casa también forma parte de la tradición familiar, ¿verdad?
KU: Sí, tanto mi padre como mi hermano construyeron sus casas con sus propias manos, y yo también. Mientras trabajaba en la casa se me acercó un cliente para construir varias casas. De repente estaba ocupado, pero a principios de los 90 ya no había trabajo y acepté un puesto de profesor en Australia. Mi familia estaba lista para mudarse allí. Un mes antes de partir recibí una llamada de Alemania. Ese mismo año me había presentado a un concurso para mantenerme ocupado, y justo antes de salir del país me enteré de que lo había ganado. Así que cancelé mi contrato en Australia y empecé a trabajar en un nuevo proyecto, una iglesia bautista para un seminario teológico de las afueras de Berlín. Fue un proyecto de tres años y se construyó. Luego siguieron otros trabajos.
VB: ¿Cómo describiría el enfoque de su padre hacia la arquitectura?
KU: Justo después de la guerra hubo una época muy activa e interesante en la que muchos arquitectos escandinavos se conocían bien y se inspiraban mutuamente. Mi padre se educó en una escuela danesa muy estricta y pragmática, pero trabajando en el extranjero se encontró con un lenguaje lúdico totalmente distinto y se vio precondicionado a ver muchas cosas con más agudeza que sus contemporáneos daneses. Otra fuente de inspiración fue la naturaleza, que en Suecia y Noruega es salvaje y muy diferente de Dinamarca, donde todo es llano y está cultivado por el hombre, como en Holanda. Otra gran influencia fueron las propias técnicas de construcción, que mi padre aprendió de su padre, y la idea de que se puede construir cualquier cosa. Todo es posible: ese optimismo era una parte importante de su trabajo. Y lo que es más importante, creía que todo lo que se construye debe realzar lo que ya existe. Si eres capaz de entender el lugar y a la gente que va a vivir en tu edificio, puedes crear una arquitectura sensible, que es mucho más de lo que el cliente necesita o puede imaginar. El trabajo del arquitecto consiste en utilizar el poder de la imaginación. Nosotros, como arquitectos, tenemos un torrente de referencias que debemos saber utilizar con sensibilidad en función de situaciones y proyectos concretos.
VB: ¿Cuál es la principal lección que aprendió de su padre como arquitecto?
KU: Todos somos individuos. Son estas elecciones individuales las que dan a tu arquitectura particular una voz única. En cierto modo, no hay nada nuevo bajo el sol. Todas las casas están llenas de referencias porque los arquitectos que las han diseñado han visto muchas otras casas antes. Pero el punto fuerte de mi padre era que, en busca de inspiración, lo miraba todo. No se limitaba al modernismo. Por ejemplo, le interesaba la arquitectura que no estaba necesariamente hecha por arquitectos. Eso es muy liberador para cualquier arquitecto. Cuando veo proyectos de arquitectos con talento, me interesa menos el resultado. En cambio, me interesa saber en qué se inspiró el arquitecto y cuáles fueron sus referencias. Quiero llegar a las raíces de las cosas, al origen mismo de una idea. Por ejemplo, el Clasicismo se extinguió porque seguía ciertos trucos estilísticos. Lo mismo ocurrió con el posmodernismo: había actitudes, referencias, esquemas de color, etc. similares. Pero hay muchas maneras de ver la arquitectura. Personalmente, intento descubrir lo que hay más allá de la superficie y el estilo. A menudo, trabajo totalmente al margen de lo que ocurre en el momento y de lo que se publica en las revistas de actualidad. Algunas personas me han dicho que mi trabajo no es contemporáneo, y me siento muy halagado por ello, porque estar a la moda puede quedar totalmente desfasado en unos pocos años.
VB: ¿A qué tipo de referencias sueles recurrir?
KU: Todo tipo de cosas: plantas, materiales, minerales, formaciones de hielo, arquitectura antigua, cualquier cosa. Me interesa más el origen. Cuando le conté a mi padre en qué me había inspirado para uno de mis proyectos, me dijo: "Éstas son las soluciones de otra persona, pero eres tú y sólo tú quien ha tomado estas decisiones. Así que todos tenemos muchas referencias, pero son las decisiones individuales que tomamos las que determinan nuestra individualidad como arquitectos. Es difícil intentar ver la raíz. Es mucho más fácil copiar lo que se ha hecho antes. Pero si copias lo que ha hecho otro siempre irás 5-10 años por detrás, porque ese es el tiempo que se tarda en construir un proyecto. Así que prefiero mirar atrás todo lo posible y en muchas direcciones. Intento aprender de muchas fuentes, remontándome a los egipcios e incluso antes. Me gusta viajar a Francia, España o Israel. Hay muchas ideas geniales en el uso de los materiales, los detalles, el juego de luces y sombras, etcétera. Muchas de estas referencias nos las indicó mi padre a mí y a mis hermanos, pero todos somos individuos y cada uno de nosotros tiene una letra única.
VB: ¿Puede dar algún ejemplo?
KU: Para mí es muy importante considerar cómo la casa se encuentra con el cielo. En cierto modo, soy funcionalista porque siempre hay una razón funcional que se manifiesta en una forma concreta. Por ejemplo, el Centro Cultural Dunker que hice en Helsingborg (Suecia) en 2002, tiene multitud de cubiertas y todas responden a una función concreta que albergan. El centro incorpora un museo de arte, una escuela de música, una sala de conciertos, un teatro, una biblioteca y otro volumen para la administración. Los lucernarios sobre los espacios de exposición tienen un aspecto determinado porque admiten la luz del norte, que es la luz ideal para las exposiciones que entran indirectamente. Las claraboyas son escultóricas y funcionales al mismo tiempo. Y el tejado curvo de la sala de conciertos sirve para mejorar la reverberación del sonido. El complejo está diseñado como una pequeña ciudad. Y sobre el restaurante podríamos tener cualquier tipo de tejado, así que inventamos un motivo para una forma interesante: se nos ocurrió un reloj de sol con aberturas verticales y varias persianas laterales que se colocan alrededor de una torre circular para seguir la trayectoria del sol y captar la luz para crear un patrón radiante en el suelo, que a lo largo del día llena gradualmente el espacio de luz, la luz del sol anima el espacio. La idea de la animación con la luz surgió primero y el techo escultórico se diseñó para hacerla posible y no al revés.
VB: La composición de este complejo recuerda mucho a la obra de su padre.
KU: Sí, en lugar de hacer un edificio en forma de caja y subdividirlo, el proyecto se ha ordenado en diferentes salas, cada una con un carácter único. La idea de que cada espacio tuviera un carácter diferente fue una influencia directa de mi padre. Eso nos llevó a dejar todas las estructuras a la vista para mostrar cómo está montado el edificio. También se eligieron distintos materiales en función de la forma de cada espacio. Todo en este proyecto u otros míos no es más preciso de construir que lo que cualquiera puede hacer en su garaje. Antes de pedir a los carpinteros que hagan algo para uno de mis proyectos, me pregunto: ¿podría hacerlo yo mismo? Si yo puedo hacer algo por mí mismo, entonces cualquiera podría hacerlo. Quiero ser expresivo tomando decisiones que no sean muy complicadas de conseguir.
VB: Su padre prestó mucha atención a los sistemas de prefabricación, algo evidente incluso en formas escultóricas como la Ópera de Sydney. Sigue explorando este tema en su propia obra?
KU: Por supuesto. Intento evitar construir formas complejas diseccionándolas en partes más pequeñas y repetitivas con lógica en su construcción. Evito lo superfluo y lo que no es esencial. Encuentro un gran placer en encontrar la manera de crear algo que parezca complejo y bello pero que esté basado en la repetición de elementos muy simples. En la naturaleza hay grandes ejemplos de estructuras complejas basadas en estos principios. Nosotros, como arquitectos, no utilizamos lo suficiente estos ingeniosos sistemas. Ahora los arquitectos utilizan los ordenadores para inventar formas completamente nuevas, pero sería mucho más interesante utilizarlos para analizar sistemas que existen en la naturaleza. Me gusta cuestionar las cosas. Si sigues haciéndolo, seguro que obtienes nuevas respuestas.
VB: Existe la opinión de que la Ópera de Sydney sólo podría construirse en Australia. ¿A qué crees que se debe?
KU: Antes de finales de los años 50, Australia era una colonia británica sin intentos de cultivar su propia identidad. De repente se presentó esta improbable oportunidad de mostrar al mundo entero de lo que era capaz esta nueva nación. Por supuesto, se dieron una serie de circunstancias increíbles. Mi padre ni siquiera cumplía los requisitos, no presentó todos los planos requeridos, pero fue Eero Saarinen, un arquitecto estadounidense que llegó tarde al jurado y vio el proyecto en el montón de los rechazados. Le encantó y se esforzó por convencer a todos de que era el ganador.
